Después de que logró
acomodar el departamento, bañarse, ordenar su cabeza y limpiar la caja de la
gata, salió apuradísima a entregar el
trabajo. Al final lo había terminado a los apurones, y copiado de Internet.
Nadie se iba a dar cuenta.
Estaba por llegar a la
facultad, cuando se tropezó con una raíz de un plátano muy viejo, muy viejo.
Quiso levantarse y no pudo. “Una fractura” pensó. Porque nosotros, los humanos,
somos demasiado exagerados o muy extremistas. A lo mejor somos demasiado
realistas, a ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido pensar que la raíz de
envolvió en su tobillo. Pero así fue. Su reacción al ver su pie envuelto en la
base del gran árbol fue gritar, como un chancho que no tiene su barro para revolcarse
un día de calor. (Querido lector, quédese tranquilo que no va a ser como la
historia de Alicia, esto no es una copia barata de un autor reconocido)
Mientras ella se
revolcaba para huir de su destino, en la otra punta de la ciudad Valentín se
caía de un taxi.
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